Asier Aranzabal

Profesor Titular de Universidad en UPV/EHU

Querido profesor, nos lo están pidiendo a gritos…

Este artículo es una conversación con @Daniel Arias-Aranda en relación a su artículo “Querido alumno universitario de grado: Te estamos engañando”.

Me llego es artículo a través de una amiga profesora de secundaria, que estaba 100% de acuerdo. Me impactó el título y sobre todo el enfoque con el que se analizan algunos de los problemas que tenemos en nuestras aulas de Universidad. Creo que esa es la clave de su gran difusión y repercusión (15000 reacciones y 1700 comentarios). Felicidades.

Yo también soy profesor de Universidad. Imparto clases en la Universidad del País Vasco en el grado de Ingeniería Química. Llevo impartiendo clases aproximadamente el mismo periodo que tú: empecé en el curso 98/99. Nací en 1971. Comparto contigo la frustración que me genera la perdida de atención constante de algunos alumnos por motivo de los móviles. Pero no es generalizado. También de que los alumnos no sean más participativos en las “clases magistrales”, y lo matizo, porque en otro tipo de clases sí participan.

Empezamos.

He intuido en gran parte del artículo la creencia muy extendida de que “CUALQUIER TIEMPO PASADO FUE MEJOR”. Yo no estoy de acuerdo con esa creencia. La escribiría de esta otra forma: “CUALQUIER TIEMPO PASADO FUE DIFERENTE”. Fue diferente cuando fuimos alumnos, fue diferente cuando empezamos a ser profesores, tal y como indicas en la apertura del artículo, y es diferente hoy en día. La diferencia lo marca la sociedad y los valores imperantes con las que esta sociedad funciona. No lo digo como experto en sociología, sino como experiencia vivida. No olvidemos que cuando éramos jóvenes, no existían, ni móviles ni ordenadores (como los de ahora). Y cuando empezamos a trabajar como profesores, el acceso a estos dispositivos era todavía limitado. Y de igual manera a otras muchas herramientas y servicios que hoy día imperan. ¿Cómo serían esos primeros alumnos, si la sociedad de aquella época fuese como la que es hoy? No lo sabemos, pero creo que serían muy similares a lo que son ahora, porque los alumnos y los adultos que formarían esa sociedad, serían similares a los de la sociedad actual. La sociedad ha cambiado, los alumnos también. Nuestra forma de vivir es una constante evolución: desde la prehistoria hasta la actualidad. Probablemente, en las últimas décadas, las transformaciones han sido más rápidas y profundas. Por mucho que no nos gusten algunos cambios, poco podemos hacer contra ellos, más que entenderlos y adaptarnos de la mejor forma posible. Y es normal que nos genere inquietud.

Tú y yo pertenecemos a la generación X (1960-85), y los alumnos que tenemos en clase son de la generación Z (95-2010), y pronto tendremos a los de la generación Alfa (2010 -). La pregunta es: ¿Conocemos a nuestros alumnos?, ¿Sabemos qué tipo de alumnos tenemos en el aula?, ¿Conocemos su background?, ¿Conocemos sus intereses?, ¿Conocemos cómo les gusta aprender?

Estas son algunas de las características que he leído:

– Habituados a realizar múltiples tareas de manera simultánea y cambiar con facilidad de un tema a otro.

– Con periodos más cortos de atención (clases magistrales los aburren – mi conclusión).

– Apuestan por “recibir información clara, útil y rápida, presentada de forma gráfica”.

– Efectivos para trabajar en red y acceder a la información por medio de ella, en lugar de consultar lecturas tradicionales o hacer búsquedas sistemáticas en libros.

– Prefieren la información a través del video.

– Interesados por aprender a través del juego y no por el medio de trabajo académico tradicional.

– Mayor predisposición para el aprendizaje cuando se utilizan metodologías activas que promueven el trabajo colaborativo, actividades que tengan una vertiente práctica y aplicación en su vida real.

– Necesitan recibir continuamente estímulos, y son más demandantes que generaciones anteriores.

– Tienden a prestar atención a aquello que les interesa o que les represente beneficio para su futuro.

– Necesitan ser motivados. Feedback positivo para reforzar su autoconfianza.

En mi opinión, aquí es donde debemos poner la atención. ¿Cómo podemos transformar la forma de enseñar a las características del tipo de alumno que tenemos delante nuestro, para alcanzar los objetivos de aprendizaje? Evidentemente, nos exige aprendizaje y desarrollo de habilidades que no hacían falta hace 25 años. Y esto se nos hace muy difícil, porque los profesores de universidad no tenemos ninguna formación pedagógica. Alcanzamos nuestro puesto principalmente por nuestro desempeño investigador (artículos de investigación, proyectos de investigación, sexenios, etc. y que en el 99% del profesorado nada tiene que ver con las clases que imparte). Tú en el ámbito de la Economía y la Empresa y yo en el ámbito de la Ingeniería Química. De ahí, nuestra inquietud y desasosiego.

En base a esta premisa tengo una opinión diferente sobre algunas afirmaciones de tu artículo:

–  ¿Crees que los 524 alumnos que tenías hace 25 años ponían más atención que ahora? ¿O que la asistencia fuera muy superior al 30%? Recuerdo que cuando yo era estudiante, en muchas asignaturas la asistencia era inferior a la actual, simplemente por el hecho de que la práctica habitual era la clase magistral de pizarra, en el que los alumnos no hacíamos más que tomar apuntes a todo correr. Muchos alumnos participaban en comisiones de apuntes, asistiendo sólo a una parte de las asignaturas.

–  50 alumnos permite emplear técnicas pedagógicas en el aula que con 524 es imposible.

–  No recuerdo que en mi etapa de alumno se preguntara mucho. Ahora tampoco preguntan mucho en las clases magistrales. Sin embargo, en mis clases que trabajan en su proyecto grupal (5 alumnos), preguntan sin parar. No paro; de un grupo a otro continuamente. En mi opinión, el hecho de no preguntar en público, es una característica de nuestra sociedad, al menos de la vasca. Hay miedo a hacer el ridículo. Algunos alumnos me cuentan que no preguntan porque sienten que los profesores les tratan como alumnos tontos, y no como personas. No hay seguridad psicológica en el aula.

–  Mis alumnos también nos critican, a los profesores, por el uso masivo del powerpoint. Se aburren. El estudio de Stuart y Rutherford (DOI: 10.1016/s0140-6736(78)92233-x) descubrió que el mayor nivel de atención de los alumnos se producía en los primeros 10 a 15 minutos de clase y luego disminuía constantemente hasta el final de la clase.

–  Cuando fui alumno, critiqué la forma de evaluación que nos tocó. Evaluación final o sumativa. Un único examen, después de un cuatrimestre entero. Yo no tengo dudas de las ventajas de la evaluación formativa, de cara al aprendizaje. Pero no debemos confundir muchos exámenes parciales (evaluación sumativa – práctica común aun hoy en día) con la evaluación continua y formativa.

–  ¿Tienen los trabajos suficiente transcendencia en la evaluación? Por lo que yo veo a mi alrededor, es el examen final lo que marca la diferencia entre aprobar y no aprobar. En mi opinión, son los trabajos los que marcan la diferencia para aprender de forma significativa. En consecuencia, su impacto en la evaluación de ser coherente. Pero plantear un trabajo para un aprendizaje significativo no es baladí.

–  Los profesores de la universidad tenemos la posibilidad de ser referentes para nuestros alumnos frente a “TikTok y el vasto imperio de Internet”, pero siempre aceptando el espacio de estas plataformas, y sin despreciarlas. Para empezar, debemos tratarlos como personas, y no como alumnos. El profesor de hoy en día puede ser referente (frente a TikTok) para los alumnos, pero desde una posición muy diferente a la del Catedrático de hace años: la sociedad ha cambiado.

–  No me atrevo decir a los profesores de primaria cómo deben enseñar. No estamos preparados para eso. Tienes razón en que la escritura con lápiz y papel permite mejor desarrollo de algunas capacidades que la escritura en teclado (demostrado científicamente). Pero tampoco podemos negar la evidencia e ir en contra de la tecnología. Eso nada tiene que ver con que sepan usar mejor o peor Excel, Word, Powerpoint, etc. Lamentablemente, observo que muchos profesionales de mi institución no están capacitados en su manejo (al nivel que se espera). Incluso, se ofrecen cursos de “perfeccionamiento” para profesores y PAS. Entonces, ¿deben estar los alumnos capacitados a tal nivel? Piensa en la oportunidad que tienes para enseñarles en cómo te gustaría a tí que hiciesen uso del Word, Excel, PowerPoint, etc. Seguro que te lo agradecen.

–   El uso de móviles en el aula puede convertirse en una oportunidad, más que en una amenaza. El móvil y las aplicaciones interactivas como socrative, kahoot, etc. contribuyen a una mayor participación. Permiten convertir el aula en un espacio activo y de aprendizaje significativo. Te invito a ver este video: https://youtu.be/WpNCEQOfsS4.

–   A diferencia de ti, a mí es el Grado lo que más me motiva en la enseñanza. Veo a los alumnos del Grado más interesados que los del Máster. A éstos últimos los percibos más cansados, y siento que me cuesta más motivarlos. Tengo mis sospechas, pero no certezas del porqué.

–   ¿Realmente se les ha enseñado a trabajar en equipo o a liderar? Mi experiencia y por lo que me cuentan es que no. Se les ha puesto a trabajar en grupos, que es diferente a enseñar a trabajar en equipos. En consecuencia, su forma de aprender en grupo es supervivencia pura. Enseñarles en el trabajo de equipo es todo un reto para lo que pocos profesores de universidad están preparados. Yo he aprendido mucho de @Belbin Roles de Equipo. He implantado su metodología y hemos recogido los beneficios, tanto los alumnos como yo. Comparto mi experiencia aquí: Roles que mejoran el trabajo en equipo y aquí: DOI: 10.1016/j.ece.2021.09.001.

– Ser profesor de Universidad ante alumnos de la generación Z en el siglo XXI, exige capacidades diferentes a las que se requería hace 20 o 30 años. Un Catedrático de hoy en el aula no es lo mismo que un catedrático de entonces. No queda otra que formarnos en esas capacidades, si queremos tener éxito en el aula. Mira cómo lo hace nuestro compañero @Juan A.-Marín Garcia. Ahora mismo, yo estoy impartiendo «Cálculo Numérico para Ingeniería Química» en el Grado de Ingeniería Química. Asignatura de 2º curso y obligatoria. 50 alumnos matriculados. Hace unos años que dejé de impartir clases de teoría. Los alumnos los tienen disponibles en formato videos (con preguntas insertadas). Las clases las dedicamos a crear algoritmos y a resolver problemas de ingeniería química matemáticamente complejos con métodos numéricos, cuyos algoritmos los han creado ellos mismos. En mi clases también «Ni una sola se ha despistado ni un minuto, ninguna ha chateado en WhatsApp o Instagram o tiktokeado… Totalmente enfocadas en la tarea todo el tiempo. Una auténtica maravilla». Me muevo de mesa en mesa verificando, respondiendo, animando, retando, etc. Paso poco tiempo en la tarima. Sólo, para iniciar la clase, introducir la actividad, y en la fase final, como conclusión y proponer mi solución (hay multitud de soluciones).

–  No sólo los alumnos están anestesiados por las redes sociales. El uso de móviles y redes sociales está muy extendido en la vida diaria de la sociedad. Es lo que ven en casa. Y, por tanto, es lo que aprenden. No esperes que se comporten de forma diferente a lo que hace la sociedad. Por una parte, se nos incita a consumir redes sociales, a cambiar de móvil cada poco y por otra, queremos que nuestros alumnos tengan una gran capacidad de autocontrol. Lo que tú y yo queremos en el aula, no va con lo que pasa en el exterior.

–   En mi opinión es muy enriquecedor la presencia en la universidad de alumnos de otras culturas, en contra de tu expresión “no comprendo que hacen ocupando un asiento, especialmente aquellos provenientes del país creador de Tiktok”; a pesar de sus limitaciones en el habla del castellano. Creo que refuerza su formación como personas primero y como profesionales, después. Estos años he tenido en el aula una francesa, un italiano, una afgana, y es ya habitual nombres magrebíes como Abderrahim, Yasser, Abdul… y que son capaces de seguir las clases de Ingeniería Química, no solo en castellano, sino también en euskera.

–  Nuestros alumnos hablan inglés mucho mejor de lo que hacíamos nosotros a su edad. Hay algunos que no, por supuesto. En nuestro Grado de Ingeniería Química se ofertan algunas asignaturas en inglés, y año tras año, se matriculan más alumnos. En mis clases, cada vez hay más alumnos acreditados en Advanced. Sin embargo, bastantes de mis compañeros (Catedráticos) no tienen acreditación alguna. No se atreven a asistir ni participar en congresos internacionales (a menos que sean del ámbito Iberoamericano). A todos los profesores nos gustaría que supieran inglés como los jóvenes holandeses, o noruegos. Pero el contexto y la sociedad española es otra. Aun así, vamos en esa dirección, a la velocidad en la que la sociedad se transforma.

–  No olvides que tú y yo fuimos alumnos extraordinarios, y que nuestra motivación intrínseca y capacidad de aprender no era la misma que la mayoría de nuestros compañeros. Ahora pasa lo mismo.

Como ves Daniel, tenemos diferente forma de ver el problema, aunque ambos compartimos el mismo objetivo: un mejor aprendizaje.

Saludos, compañero.

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