Asier Aranzabal

Profesor Titular de Universidad en UPV/EHU

EL HIMALAYA DECONOCIDO DE CACHEMIRA Y LADAKH

Entre las cordilleras del Karakorum e Himalaya, a las puertas de Asia Central, Cachemira y Ladakh forman una región que en la actualidad es sinónimo de hostilidades bélicas alimentadas por las ambiciones expansionistas de India, China y Pakistán.

Sin embargo esta región misteriosa, ofrece multitud de contrastes al viajero: praderas, vergeles, colosales picos nevados, desiertos, caudalosos ríos y lagos cristalinos de altura. Es además, morada de los dioses: miles de peregrinos hindúes acuden a ella por sus escarpados caminos para reafirmar una devoción que propiciará futuras encarnaciones; también es un refugio para la cultura tibetana, cuyos monasterios budistas salpican un paisaje desolado y sobrecogedor como pocos de Ladakh, mientras que el valle de Cachemira constituye un jardín para el Islam.

Nuestro viaje comienza en el gran valle de Cachemira, al que también le llaman la “Suiza del Oriente”, una región fértil y verde, rodeada de grandes montañas y bañada por las aguas del lago Dal. Por las verdes laderas y bosques de pinos ascenderemos hacia sus montañas y glaciares siguiendo los pasos y los cantos a Shiva de peregrinos hindúes, armados de tridentes y recipientes de agua para las abluciones, hasta la cueva de Amarnath a más de 4.000 m. Siguiendo la gran ruta de las caravanas, accederemos hasta el remoto valle de Zanskar, en Ladakh o “tierra de altos puertos de montaña”. Caminaremos por sus valles que se hallan entre los 3500 y 4000 metros de altura atravesando collados de 5000 metros, en un paisaje lunar dominado por cumbres grises y rojizas e interminables mesetas peladas y secas. Los diminutos campos de trigo regados por las aguas de los ríos glaciares, ponen algunas gotas de verde y esperanza en el ceniciento paisaje de Ladakh, último reducto de la cultura budista-tibetana, “la pequeña Tíbet”.

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